Asuntos mayores, de Gerardo Muñoz

Asuntos mayores, de Gerardo Muñoz

La burla y su frecuente instrumento, el chiste, guardan con el relajo una relación instrumental. Pueden estar dominados por la intencionalidad específica de este último: suspender la seriedad en una comunidad.

Don José León Portilla (1966, p. 28)

El despropósito de comparar lo que ocurre en Culiacán con incendios “de otros países” compite con la burla de salir a caminar al Río Tamazula. Burlas que se mezclan con el hecho de que encima nos regañan, además, con el tonito de siempre, con la sonrisita mamona, que si hay violencia pues no es para tanto, ¡Y claro que lo es!

Es de reconocer que la historia de la violencia en Sinaloa tiene más de un siglo, y que el cambio social es lento… pero empeorar, es del tipo de cambios sociales que ocurren rápido. Es ingenuo pensar que un sexenio solucione cuan panacea las cosas, pero ¿a qué se debe tanta burla?

Esto se puede frenar con presencia de las Fuerzas Armadas y tener cuidado porque puede ser que incendien un vehículo y ese se vuelva la gran nota, lo que ha sucedido, suele pasar que incluso son incendios de otros países, entonces, no es un asunto mayor hasta ahora y ojalá pronto regrese la normalidad completa a Culiacán y en eso estamos. Andrés Manuel López Obrador, 2024

Vemos cómo, si encuentran decenas de camionetas abandonadas con impactos de bala, las autoridades celebran que por no haber cuerpos entonces no hubo muertos. ¿De cuándo acá el consentimiento de las desapariciones forzadas es la postura de los “luchadores sociales”?

Vemos cómo jóvenes están siendo sacrificados al frente, vemos cómo estos cuerpos destruidos son interpretados como vidas que no fueron perdidas ni pérdidas. Y habló más allá de víctimas buenas o malas sino de algo más profundo, lo que ya decía Butler (2010): “una vida tiene que ser inteligible como vida, tiene que conformarse a ciertas concepciones de lo que es la vida, para poder resultar reconocible” (pp.194-195) ¿Pero qué va? Si los sinaloenses tienen la culpa, dicen los aplaudidores del presidente. Pero ¿Culpa de qué? ¡Si son los mismos que dicen que no pasa nada!  ¿Enserio? Tantos años de cantaleta contra Felipe Calderón para acabar siendo peores con su “humanismo mexicano” y su supuesta “purificación de la vida pública”.

Estamos ante el intento del gobierno por normalizar la crueldad y la impunidad, con sus llamados a una calma que solo ellos pueden ver. Véase nomas como López Obrador ha secundado a “su hermano” Rocha Moya con que en Sinaloa todo es culpa de los medios.

¿Cuántas memorias están siendo soterradas ante nuestros ojos con estos actos de brutalidad? ¿Cómo recodaremos estos acontecimientos frente al trabajo oficial por minimizar lo acontecido? ¿Es normal que tener que resguardamos de las balas?

Referencias:

Butler, J. (2010). Marcos de Guerra. Las vidas lloradas. Paidós.

Portilla, J. (1966). Fenomenología del relajo y otros ensayos. FCE – Fondo de Cultura Económica.