Dos cuentos de Ronnie Camacho

Dos cuentos de Ronnie Camacho

Profundo

Desde niño, soñé en convertirme en biólogo marino, me encantaba pasar horas frente a la playa recogiendo pequeñas conchas, tomando como mascotas a los cangrejos y observando ballenas en el horizonte.

Sin embargo, mi padre se opuso, quería que estudiara ingeniería aeroespacial y siguiera sus pasos en la NASA diseñando cohetes, traté de hacerle entender que el mar era mi vida, por su parte, él aseguró que el océano ya no tenía nada que ofrecernos y que era en el espacio donde se encontraba el futuro de la humanidad.

Discutimos por horas, hasta que harto, puso un ultimátum, estudiaba lo que él quería o me iba de casa, escogí la segunda, fue difícil, pero no me rendí y aunque no pude convertirme en biólogo marino, como buzo del ejército, pude estar tan cerca del mar como siempre quise.

Pasaron diez años antes de que me reencontrara con mi padre, fue durante una misión en el triángulo del diablo, después de un despegue fallido, un componente radiactivo se hundió en la zona y era deber de mi unidad recuperarlo.

Cuando me vio, pensé que se alegraría o que al menos se mostraría sorprendido, pero en su lugar, se acercó a mí y me susurro al oído lo siguiente, “Ahora entenderás por que el futuro está en el espacio”, después de eso y sin más explicaciones, se marchó y yo me sumergí.

Todo fue normal hasta los novecientos metros, apenas vislumbramos el objetivo, lo enganchamos con un cable que lo subiría a la superficie, pero cuando estábamos por alar de este, algo sucedió.

Un colosal ser blanquecino, con cuerpo de serpiente, rostro de hombre, seis ojos de cabra y un conjunto de cuernos asimilando una corona, apareció ante nosotros y sin previo aviso, nos atacó, perdimos a tres elementos antes reaccionar y en venganza, le hicimos retroceder a base de arpones y pequeños explosivos.

Iracunda por nuestra osadía, la criatura abrió la boca y lanzó un potente gruñido que aún debajo del agua, reventó nuestros tanques de oxígeno, matando al resto de mis compañeros en el acto.

Con las pocas fuerzas que me quedaban me aferré al cable y tiré de este con la esperanza de que también me subieran, mi plan funcionó y mientras ascendía, la bestia trató de alcanzarme, pero le disparé una bengala que al impactar uno de sus ojos, le hizo volver a la oscuridad del océano.

Al llegar a la superficie, mi padre y su equipo me sacaron del agua junto al objetivo, encendieron motores y de inmediato nos fuimos de ahí.

Mientras me recuperaba pude ver como todos me miraban consternados, pero no por mi estado, sino porque estaba ahí, entonces lo entendí, ellos sabían de aquella cosa desde el principio; “eso”, es la razón por la que exploramos los confines del espacio y nos olvidamos de las profundidades del mar, después de descubrir lo que se encuentra allá abajo, comenzamos a buscar una ruta de escape.

El guardián

El poder llegó a mí, al mismo tiempo que recibí la sorpresa de que mi esposa esperaba a nuestro primer hijo, todo comenzó con pequeños susurros en mí cabeza, advertencias de cosas terribles que podían pasar y que solo yo podía detener.

Al principio traté de ignorarlos y por mi negligencia, mi cuñado resultó muerto en un accidente de auto, debí obedecer a los susurros cuando pude y cortarle los brazos para evitar que fuera a esa fiesta.

Entonces lo comprendí, el poder había llegado a mí no para enloquecerme, sino, para darme la oportunidad de convertirme en un guardián que protegería al mundo y lo haría un lugar más seguro para el advenimiento de mi hijo.

Desde entonces, comencé a seguir sus lineamientos y previne decenas de catástrofes, como el robo de un banco al incendiarlo, un ataque terrorista en el aeropuerto después de hacer una amenaza de bomba y la caída de un meteorito que impedí disparándole al perro del vecino.

Salvé muchas vidas, pero las autoridades no lo comprendieron y cuando se enteraron todas las cosas que hice, me llevaron a juicio.

De no haber sido por mi abogado que apeló ante la corte, que yo presentaba principios de esquizofrenia, hubiera terminado veinte años tras las rejas.

Jamás supe de dónde la sacó, pero fue una idea brillante, el único defecto de su plan, era que, por orden del juez y tranquilidad de mi esposa, tuve que asistir con un loquero que, a base de píldoras y largas sesiones, trató de curar mi “enfermedad”.

Por más que lo intentaron no pudieron conmigo, fingí tomarme sus absurdas pastillas y durante cada sesión, solo les seguí el juego hasta convencerlos de que todo estaba bien.

Al paso de los meses, el vientre mi esposa creció y del mismo modo, el alcance de mi poder también lo hizo, ya no solo se limitaba a voces en mi cabeza, ahora tenía claras visiones de las cosas malas que ocurrirían y de quienes serían los futuros responsables.

Los nuevos males en el porvenir eran más grandes de lo esperado y ya no bastaban los sabotajes ni las amenazas para detenerlas, tenía que llegar más lejos, eliminar al mal de raíz.

Fue así como la cacería comenzó y fui detrás de todos aquellos hombres que conspiraban para traer el fin del mundo, como ese reportero del canal cincuenta y siete que encubría los movimientos de los reptilianos, el alcalde que a cambio de poder vendió su alma al diablo y el director de un hospital que en secreto fabricaba un virus mortal.

Hice eso por varios meses y cada vez que asesinaba a otro, las advertencias de mi poder disminuían, hasta el punto de que, para el día del nacimiento de mi hijo, llevaba semanas sin tener una visión.

En contra de todo pronóstico, había logrado mi objetivo, hice del mundo un lugar seguro para él o al menos, eso pensé hasta que lo sostuve entre mis brazos.

Apenas entramos en contacto, vi la peor de mis visiones, el mundo convertido en un caos llameante consumido por la guerra, donde un hombre parecido a mí, pero con los ojos de mi esposa, se alzaba sobre un trono de cadáveres y sangre.

“¡Mátalo, mátalo, mátalo!” el poder comenzó a ordenar en mi cabeza y por primera vez en mucho tiempo, no supe qué hacer, me esforcé tanto para proteger la seguridad del mundo, solo para enterarme de que al final sería mi propio hijo quien lo destruyera.

Finalmente tomé mi decisión y comencé a estrujar al niño entre mis brazos con el fin de quebrar su cuello, pero antes de que pudiera aplicar la fuerza necesaria, los médicos intervinieron y me lo arrebataron.

Traté de explicarles lo que pasaba, nadie me escuchó y después de llamar a la policía, fui llevado a un manicomio, lejos de mi mujer y de ese niño.

Ya han pasado veinticinco años desde entonces, ese monstruo se ha vuelto un hombre y yo jamás pude escapar de aquí para detenerlo.

Ahora, mientras me preparo para saltar de la azotea, observo a la distancia las explosiones provocadas por las bombas nucleares, aquel engendro ha comenzado con su plan.

Realmente me sabe amargo el sabor de mi fracaso, pero al menos, el mundo por fin sabrá que su guardián siempre tuvo la razón.

Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México, 1994) Escritor, Lic. en comercio internacional y Aduanas, y Técnico analista programador bilingüe.

Autor de 2 Novelas “Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl” (Amazon 2019) y “Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo” (Editorial Pathbooks 2020-2022), también 10 libros infantiles como “Friky Katy”, “¿Tus papás son vampiros?” y “El pequeño Rey”, todos con la editorial Pathbooks y traducidos en 6 idiomas, su más reciente obra una antología de cuentos titulada “Entre Nosotros” (Amazon 2021).

Colaboró en 14 antologías por mencionar algunas, Horas de Extravío (Editorial Awen 2020, Venezuela), Cyber Terror (Speedwagon media Works 2020, Perú),  Lustro: Antología de Poesía y Narrativa (Editorial Monarca 2021, E.U.A), Microcuentos de Terror (Crónicas en Llamas 2021),  360 Días de Historias (Pluma Revista Literaria 2021, Argentina), Las historias del centinela (Sentinel editorial 2021), A.S.Y.L.U.M Narraciones de Locura (El consejo Nocturno 2021), El recuento del cuento Fantasía y Terror (El recuento del cuento 2022), País de Terror (Verso inefable 2022), Pesadillas bajo la tinta (Verso inefable 2022)