El bueno, el malo y el feo, microrelatos de Daniela Perlín Vega

El bueno, el malo y el feo, microrelatos de Daniela Perlín Vega

Laudería

Haces música desde la raíz, literalmente. Plantas semillas, riegas los árboles, como si fueras lluvia. Cortas la madera, -no sin cierto dolor, lo sé-, y formas un instrumento, con sus huecos y sus cuerdas. Sí, tú haces música desde la raíz, hasta que una tarde cualquiera, me regalas, floreciendo de tus manos, una canción: Esa mezcla de néctar, rocío, pétalos y hojitas… Otra flor que, a la semana, irremediablemente se marchita.

No

Ahí, en el asiento trasero del auto, fui, para él, puro cuerpo. Allá, en el odio, “otro igual”, era yo el deseo de esfumarme, mi cuerpo, mi alma, mi mente, mi esencia, realmente no importaba la teoría religiosa o filosófica, siempre y cuando lograra desaparecer por completo, que en ese estúpido asiento trasero del auto, atestado del olor a su perfume, entre sus manos, su boca, su incómoda lengua de menta, no quedara ni un mísero rastro de mí. Dos deseos contrarios no hacen más que luchar entre sí, no puede haber ganador sin perdedor, como pasa con las teorías, o esta o aquella. A menos que ambas sean falsas: Ni él cumplió su fantasía, ni yo desaparecí de este mundo. Simplemente dije “basta, idiota” y salí del coche, dando un portazo con mi cuerpo, alma, mente o esencia… ni idea de quién soy, sólo sé que, algo de eso, quedó apestando a su perfume.

Musa

Los otros se interesaban por las cosas comunes, es decir, mi película favorita, el género musical que prefiero, platillo, libro, etcétera. En cambio, fue solo uno de ellos quien me preguntó en dónde guardaba mis gorritos, los cuales uso todo el tiempo, incluso en pleno verano. Eso es literatura. Comprender, por favor, por qué mi afecto hacia él fue inevitable. ¿Cómo resistirme a una duda que podría usarse en un cuento? Por ejemplo, comenzar: “A ella le gustaba ordenar su exagerada cantidad de gorros dentro de los cajones de la cómoda, guiándose por la fecha en que los había ido comprando. Comenzó a cubrirse la cabeza luego de que, en vez de cabello, empezaran a brotarle coloridas serpentinas de papel…”.

Me refiero a que la poesía o el drama pueden estar escondidos en una esquina del cajón de los gorritos. Él lo sabía, inconscientemente, pero lo sabía. Entiéndase pues, mi irracional amor descontrolado, amor que él terminó abandonando, como hace cualquier persona que va y arroja las serpentinas de papel a la basura, una vez terminada la fiesta.


Daniela Perlín Vega (Ciudad de México, 15 de mayo de 1997). Licenciada en Filosofía. Ha colaborado en Punto en Línea UNAM, Universo de Letras UNAM, Palabrerías, Herederos del Kaos, la Gaceta de la UAQ, etc. Mención honorífica en el III Concurso Nacional de Cuento “Cuéntame uno de muertos” del Canal 22 en el 2017. Ganadora del concurso “Cartas de amor y desamor 2022” de ifreedoms y Foro Shakespeare.