Reseña | Escribir para estar en el mundo con los pies de todos. El espejo de Astrid Velasco y sus tres cuerpos, por Sergio H. García
I
Escribir poemas es un acto de fe, una exploración profunda del alma que requiere valentía y vulnerabilidad. Es como deslizar las herramientas de nuestra supervivencia debajo de la puerta, o tocarla con la premura de un alma perseguida, esperando que la puerta se abra y la poesía nos llame con los brazos abiertos, susurrando: “Adelante”. En esos momentos, la poesía insufla nueva vida a nuestro mundo, a menudo en desorden, amenazando consumirnos. Pero, ¿qué sucede cuando la puerta permanece cerrada y nos queda el silencio de la urgencia desatendida?
Los poetas, al parecer, escriben desde las ventanas de sus heridas. No es difícil discernir qué lleva a un poeta a derramar su alma en la página, especialmente cuando ese poeta es tan lúcido y transparente como Astrid.
Un espejo que mira hacia adentro, como proclama audazmente el título, es una colección de poemas confesionales que terminan por echar luz al mundo, porque, ¿qué es un espejo, sino una mirada hacia el mundo que habita dentro de él? De tal forma, la introspección dentro de este espejo no es como la de Narciso perdido en su propio reflejo, sino la cavilación de quien mira al abismo y reconoce una parte de sí mismo en él, así como el abismo reconoce una parte de sí mismo en los ojos de quien mira, dando, como no podría ser de otra forma, una colección de poemas que profundiza en el reino de la memoria, donde los recuerdos no son fantasmas sino ecos que resurgen de la oscuridad, ecos que a menudo son difíciles de escuchar y aún más difíciles de expresar con palabras.
Los versos de Astrid resuenan con voces de su pasado y, en una línea conmovedora, habla de la memoria como “cicatrices, la suma de llanto y risa”. Esta es una advertencia de que nuestros recuerdos, ya sean alegres o dolorosos, moldean quiénes somos. Astrid da voz a la experiencia colectiva de la humanidad, demostrando que los poetas no son sólo cronistas de sus propias vidas sino también testigos empáticos de las vidas de los demás, o como lo dice ella: Escribir para estar en el mundo con los pies de todos.
II
Un espejo que mira hacia dentro se divide en tres partes. La primera parte, nombrada solamente como I, nos invita a los recuerdos de la poeta y al rico tapiz de su vida. Los poemas oscilan entre la ciudad, los miedos, las cicatrices agrias y las no tan duras; aparecen los nombres propios que son parte de la piel poética, memoriosa e histórica de la poeta, y también sus sustantivos comunes como mamá, papá y amigos, pero, sobre todo, aparecen las anécdotas. Considero que en esta primera sección del libro se encuentran los poemas con mayor poder, poemas como Escribir, Flores de verano, Crecer, Vocales, y 10 disparos.
En 10 disparos, Astrid logra un poema narrativo, sin llevar directamente la narración, sino que emplea la contundencia dentro de sus imágenes y la fragmentación del poema en 10 partes donde cada una es una manchita más de todo el oleo de un tema tan amplio y complicado como lo es la violencia doméstica. Astrid escribe:
Del pasto y de ese llanto se erige un arma
Se anima con la sangre de las rodillas,
Con la pasividad del padre narcótica,
Con la cólera de la madre frenética.
Cáscara que nació sin fruto.
Terror
.
En II, la poeta explora el cuerpo físico, ahondando en temas de erotismo, amor, autorreflexión y sensaciones físicas y crudas. Es importante destacar en esta sección que, el erotismo, a pesar de ser uno de los temas más escritos en la poesía, es uno de los más difíciles de lograr; es bastante común encontrarse poemas eróticos más parecidos a guiones de cine para adultos, o los peores, aquellos que se claman como eróticos, pero que no provocan nada, ni el más mínimo temblor y sus mareas parecen dunas altas y secas. No es el caso con la poeta, Astrid logra encontrar un punto de encuentro entre lo erótico, lo amoroso y lo sublime, y además lo termina por aderezar con la elegancia que suele inundar su poética. Ejemplo de esto está el poema Canto, donde el Yo lírico tiene una voz muy cercana a lo devoto, por el amante:
No estoy en mí,
El dios con dedos-lengua
Ha creado caminos en mi piel
Y me transporta al diálogo de cuerpos
Que tienen el tacto por palabra,
Y el coito por escucha.
Lame mi espalda,
Despacio,
Río que engendró para beber
El flujo de mi nunca hasta mi sexo.
Finalmente, la tercera parte regresa al reino de los sueños, donde los pensamientos toman vuelo hasta convertirse en palabras y voz, en la esencia de Astrid. Poemas a destacar de III son Costra, Narciso, Soledad, y Tratado que se nos presenta con un epígrafe a la canción de Leonhard Cohen llamada Treaty, y retoma dos elementos de las dos secciones pasadas: la memoria dolorosa de I, y el amado de II; uniéndolas a la esencia onírica de estos versos, dando como resultado un poema cargado de imágenes de aves, gargantas y secretos impresos en las células, y la dolorosa firma de lo que parece un divorcio, o matrimonio, que para el caso es similar.
Estos son los tres cuerpos de Astrid Velasco: la memoria, la carne y el sueño; quizás el pasado, el aquí y ahora y la premonición. Pero, ¿por qué esta tríada de temas? ¿Qué los une bajo el paraguas de la experiencia humana?
III
Existe una creencia de que todos los poetas escribimos exclusivamente sobre nuestras vidas, que incluso, vivimos igual a mártires caídos en la tradición desastrosa de la cruz y el clavo, pero esto no es cierto. No del todo. Como dice Ledo Ivo, “Los poetas son los corazones de mundo”; “Son los pianos”, es decir, no sólo se siente/escribe sobre que nos pasa, sino que se tiene la esta especie de virtud/maldición para sentir aproximaciones a lo que les pasa a los de nuestro rededor y, muchas veces, hasta de los que nunca han sido voz entre nuestras escuchas.
La melodía de las y los poetas, muchas veces, es la voz de esas personas y esos hechos; de los corazones del mundo.
Y esta colección trata sobre la percepción, sobre la interpretación y la vociferación que hace la poeta del mundo que la rodea, su propio pasado y sus visiones del futuro a través de los sueños. Para citar a H. Pascal, ” Morirá el pensamiento que no nazca del sueño, siempre y cuando no olvidemos las palabras de Westfallen: el sueño no es un refugio, sino un arma”.
Un espejo que mira hacia dentro, de Astrid es el reflejo de los tres cuerpos de la autora, de lo que fue, lo que es y lo que probablemente será; un testimonio del poder de los recuerdos para el mundo, donde cada verso abre una puerta invitándonos a explorar el mundo con los ojos de la autora, quien Astrid nos invita a reconocer la belleza de nuestras cicatrices, encontrar consuelo en nuestras experiencias compartidas y soñar con un propósito: despertar a vivir.
Sergio H. García (Nayarit, México. 1995). Dirige Ediciones del Olvido desde 2021. Lo han publicado en antologías y revistas nacionales e internacionales. Becario del programa Los Signos en rotación, Festival Interfaz ISSSTE-Cultura Guanajuato 2018, beneficiario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico Nayarit 2023. Autor de Que Ninguna tormenta se acerque (Crisálida Ediciones, 2021) y Tengo la boca llena de tierra (Buenos Aires Poetry, 2023).