Prosa poética de Dilan Chino Sandoval

Prosa poética de Dilan Chino Sandoval

El muerto muere no por su propia boca 

Cuéntame una historia que resista diez existencias, involúcrame con mi vida, dame aire para estar entre ustedes, enséñame el amor, insísteme en quedarnos, en vernos y en vivir.

No se trata de salvar, de sacrificar, o de dar más de lo debido. Daremos lo que entendamos, viviremos sobre los fantasmas que soportemos, llegado el caso se tendrá que poner por delante a la vida y alguien renunciará, alguien siempre cae primero. Hallaremos cobijo en la invención, en no creer en lo que sentimos, daremos clemencias a las dudas, dejaremos que anden y experimenten.

El circulo no se detiene ni se avería, no se puede contra él. Un cuerpo, un alma y unas cuantas ideas son la resistencia, son las memorias que no dejan que el cuerpo flote en el mar, son las palabras al otro lado del mundo las que hacen volver del sueño.

Dejemos el corazón al aire libre, dejemos que hagan lo que deban, nada es de nadie, nadie es de nadie.

Se oye, ya se empiezan a escuchar nuestros nombres. Creamos en nuestras pesadillas, creamos en nuestros sueños, seamos la ridiculez que inventa.

Restaurante en la avenida

Este no es un nuevo comienzo, sería mentira si dijera eso, hoy aventaremos una moneda, las cosas pueden empeorar y estoy dispuesto a correr el riesgo, comeremos sin intermedios, no habrá interfaces, sucederá en el cobertizo, no haremos ruido para no alertar a lo menos lucidos.

Sí, mis manos tiemblan, no es fácil soltar, lo irreversible juega un papel protagónico.

Estar dispuestos a esto convoca fantasmas de gente fría, estas detonaciones cobrarán sentido veinte años después cuando las cosas empeoren,

no les preocupa el “hoy” ni el “ayer”, están sumergidos en recintos alienantes,

aunque la salvación exista no creeremos en ella,

esta será la creación y la apropiación de nuestras promesas, de nuestra vida, y de nuestra despedida.

Café caliente

Intentando corregir la herida deja caer su cuerpo sobre otros, maquilla su rostro con pinturas y sueños arrebatados, a otros y por otros, frente al límite de su entendimiento y palabras usa las manos agrietadas, convive con sus amarguras y descalabros, convive con sus exigencias y sus erratas.

Carnes elucubradas hace siglos, ideas sedimentadas en su cabeza le piden luchar con el propio cuerpo, se tiende en el suelo para suplicar, se ubica en el horizonte del penar.

Flores a domicilio pretenden llevar al perdón, palabras dulces llegan luego de tempestades evitables. Sus huesos y cartílagos son un arma viva, no responde frente a humanos. Reconoce a sus semejantes desde el olfato, una bestia entrometida que no entiende absolutamente nada. Mareado por los golpes recibidos planea venganza, aniquilado por las decisiones que le sobrepasan actúa aquí y ahora. Recita una historia para cobardes, anota peleas perdidas para retomarlas en la actualidad.

Cómo ayer e igual que el viernes sale a la calle a vencer, con coraje, valor y dolor se juega a sí mismo por no perderse, por no tener que regresar con las manos vacías, el “a como dé lugar” vive en sus repeticiones mentales, el “échale ganas” forma las estructuras de su suplicio.

Relojes maltrechos

Tiempos de haceres con memorias cortas que recuerdan muy poco y lo que les conviene, el paso para la gente es hiriente con ellos, aunque sus dolores acaben deprisa las cautelas renuevan y reviven a sus gentes muertas,

los mismos gritos, los mismos ojos cafés, todo sale de la tierra y llega a sus casas, antier los saludó y sonrieron juntos, ellos regresan en tiempos sin fecha.  Sus sentires no caducan, siempre tiene delante a sus seres queridos en su mejor día,

luego se van y vuelven, la repetición eterna, aparece alguien más y ellos saludan con pomposidad, los cariños bajo esos brazos rememoran dichas empolvadas por las noches débiles, sus casas son de cera mojada y mal hechas, no se camuflagean, no avanzan, no corren.

Antaño eran un pasillo donde el tiempo pasaba sin ruido, les respeta el esfuerzo, tienen heridas continúas hechas por ellos mismos, no se deshacen o destruyen, esperamos que mueran pronto.

Cuento de olvido

El demonio le ofreció un lugar donde rendirse, les brindó tranquilidad a esos huesos triturados, le duele no tener otros destinos, va a seguir lastimado,

lánguidos brazos le sostienen en las realidades de este mundo, creyó en dios, creyó en los amigos, amó a sus hijos, creyó en su madre.

Los tiempos violentos escurren sobre sus piernas, el corazón roto se despidió unos días antes, otro lugar no se alcanzó a erigir, en su costado había pus pestilente, en su puño había cartílagos destruidos, en sus palmas había dudas, no sabía parar, no conocía la clemencia, ni para él, ni para los que lo rodeaban,

tendió la mano en lugares equivocados, reclama su cuerpo, vienen por él en la madrugada, el maldito demonio no le dio más que un sábado,

el perdón de almas perdidas es el único que en realidad existe, sólo ellos ameritan gritos tan lejanos,

su época clamaba por un adefesio y lo trajeron al momento,

injustos los tiempos en que vivimos, mal hacemos en nacer o en morir.


Dilan Chino Sandoval    28 años. De CDMX. México. Oriundo de Xochimilco

Hemos colaborado en el podcast “Interno”, en más de 30 ocasiones en revistas digitales, en el festival POEMAN, en el festival internacional de poesía Xochimilco, en el II Encuentro de Poesía Xochimilco. Tenemos publicados dos libros, uno llamado “Intersticios en el desayuno” disponible en Amazon, y “Carnes, huesos y pellejos” en editorial Palabra Herida.

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