Érase una vez, en un pueblo muy lejano, para nada mágico y exageradamente ranchero, siete
Vieja esperanza, no te siento ya en mí; no escucho tu voz entre el eco
Inunda el amor. Una lluvia de caricias toma lugar y pacientemente espera la señal. Caen
Déjame te cuento cómo está la tranza aquí te matan por un peso y
La inscripción está grabada con letras doradas, justo en la placa debajo de un cuadro