Dos poemas de Berenice Vázquez
Inunda el amor.
Una lluvia de caricias toma lugar
y pacientemente espera la señal.
Caen gotas salobres entre los muslos, el vientre.
Aún hay mucho tiempo para hacer magia nocturna,
llovizna o tormenta.
Una vorágine de amor, juventud serena, pasión.
En unas horas dejará de llover.
—
Es mediodía, hace calor
y entra luz tierna en cada rincón.
Amanecieron con el gorjeo ofreciendo melodías dulces.
Cuatro paredes con vida, aun cuando ayer estaba lloviendo.
Podría sobrevivir a otro ocaso, otra tormenta.
Sale por la puerta.
—
No ha llovido en varios días.
Tocan el timbre de la casa
pero el amor de verano no es perenne,
está destinado a morir en invierno.
Dicen que mañana lloverá.
Él reposaba
en la línea
que separa la calle
de nosotros
puedes ver
en los pliegues de su rostro
que nació solo
su pasatiempo favorito:
regar veneno por las calles
con su flama incertidumbre
de vivir en vano
todo este tiempo,
dueño de sí mismo
pero esclavo de sus placeres
parecía no tener
ángel de la guarda
aun así
prendía una vela,
se la ponía en la boca
y exhalaba suavemente
con el único propósito
de por fin acercarse a Dios
entre rezos
cada calada lo consumía
se elevaba
así un día llegó al cielo
su humo de plegarias.
L. Berenice Cisneros Vázquez (Durango, Dgo., 2000). En el año 2018 ingresó a la Licenciatura en Educación Primaria de la Benemérita y Centenaria Escuela Normal del Estado de Durango, donde inició su preparación literaria. Cuenta con publicaciones en dos plaquettes de la institución. Actualmente es parte de la Red de Escritores Independientes de Durango y editora en Revista Amarantine.